“El 98% del mundo cree que vamos a perder”. Son palabras de Míchel. A veces no hace falta más. Con que unos pocos locos crean basta. Y durante 87 minutos, triunfó el 2 %. Pero parece que la mala suerte se ha quedado a vivir en Vallecas. El Rayo Vallecano fue superior en prácticamente todo el partido. Jugó más, propuso más y creó más peligro. Pozo y Álvaro García habían puesto por delante a los suyos remontando el gol de Luis Suárez, pero Dembélé y el propio uruguayo despertaron a Vallecas del sueño con dos goles sobre la bocina.
Si al Barça le dejas pensar, malo. Si los mejores jugadores del mundo tienen tiempo para darse la vuelta, tomarse un café y respirar, peor. Ponen el balón donde quieren. Ni presión arriba, ni encerrados atrás. Indecisión. A medio camino. Lo peor que se puede hacer en el fútbol, y más frente al líder de LaLiga Santander.
Primero avisó Busquets tratando de filtrar un pase en profundidad que cortó Gálvez. Acto seguido, Rakitic, solo en el círculo central, envió una pelota medida para un Jordi Alba que entró como un puñal por la banda izquierda. Jugada típica de los azulgrana. Pase atrás del lateral y gol, esta vez de Luis Suárez. Los rivales saben que lo van a hacer… da igual.
Como si nada hubiese ocurrido, Busquets seguía llevando la manija del partido de manera insultante. ‘El balón primero para ti, Rafinha, que estás en buen momento. Luego para ti, Rakitic, que te sobra calidad. Y para ti también, Suárez, que estás más lejos’. De locos.
Sin embargo, quien conozca Vallecas sabe que una simple chispa vale para provocar un incendio. Y la chispa llegó en forma de contraataque. Trejo por el centro, apertura para Embarba y pase que Pozo no aprovechó en boca de gol a puerta vacía. Suficiente para que la grada comenzara a retumbar. Y como el 22 se había quedado con la espinita clavada, se la sacó con un tanto de esos que dejan con la boca abierta. Qué gozada ver el cuero salir de su bota… Golazo y 1-1.
Suárez, que es un envidioso, calcó el chut del franjirrojo poco después, pero su balón se estrelló en el palo. ‘Qué palo ni que palo, a cantar’. El ambiente era para verlo y disfrutarlo. Por momentos, el Rayo se comía al Barcelona espoleado por su gente. Increíble. La película ya no era de terror. Era de acción… y de las buenas.
Por cierto, un parón. Antes del choque, Isi recibió el homenaje que se merecía. Placa, aplauso y ovación. Y las palabras de esta crónica dedicadas al que ha sido el alma del Rayo durante 30 años van aquí, y no antes, porque me gusta pensar en el cascarrabias del utillero disfrutando del juego de su equipo y de ver al Barça acobardado ante los franjirrojos. Leyenda.
Jjsdfipdfjpds. Perdón, me he puesto nervioso. Era un equipo hundido… ya en Segunda… o eso vendían algunos. Acababa de entrar. No había tocado el balón. Y el primero que tocó fue para meterlo dentro. Centro con fe de Embarba, remate con más fe de Raúl de Tomás que dio en el palo y gol de Álvaro en el rechazo con toda la fe de Vallecas. 2-1, y el ‘sí se puede’ en la grada.
Suena a patraña, pero el Rayo ganaba por uno y el resultado parecía corto. Los de Míchel merecían más a cada minuto que pasaba. Atrás, firmes y seguros. Arriba, electricidad y vértigo. Pero cuando parecía que el 1-2 era definitivo, Dembélé enganchó un balón que caía del cielo dentro del área para empatar el choque. Y al minuto, Suárez puso el tercero. El alma a lo pies. Un partidazo sin premio.
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