Atrás quedaron aquellas nueve jornadas sin conocer la derrota. Una dinámica tan positiva que llevo al Rayo Vallecano a firmar su mejor racha histórica de imbatibilidad en Primera División. La realidad actual es distinta. Al menos en lo cuantioso. Los madrileños no han ganado ninguno de sus últimos tres compromisos. Tan solo un punto logrado de los últimos nueve posibles.
Las matemáticas no corresponden a la realidad
Sin embargo, lo futbolístico dista de lo que las matemáticas señalan. Ante el Barcelona y el Villarreal el sabor de las derrotas dejo una sensación muy lejana a la amargura. En Montjuic, la imagen, salvo un tímido primer cuarto de hora, fue brillante. Un planteamiento de tú a tú y sin complejos ante un Barça que ganó por la mínima y sudo lo más grande para sumar los tres puntos. Quien sabe lo que hubiera sucedido si la diferencia de criterios, como explicó Tebas, presidente de LaLiga, que ese día tuvo Melero López no hubiera existido…
En Vallecas ante el submarino amarillo, cuando el encuentro se encontraba en igualdad numérica, antes de la expulsión de Jorge de Frutos, no había dominador. Tras esa circunstancia, tampoco. Tan solo a través una jugada a balón parado pudieron superar la resistencia franjirroja. Incluso el cuadro madrileño generó y creó más en lo ofensivo cuando se encontró con un jugador menos sobre el césped.
Y en esta última jornada ante el Sevilla, donde apenas pudo sumar un punto, mostró una imagen de superioridad durante los 90 minutos. El golazo de Ratiu fue contrastado por otro de Lukebakio, que fue de las pocas ocasiones que generaron los andaluces. Una sensación de inconformidad que evidenció Íñigo Pérez al término del encuentro. Porque la realidad es que las sensaciones superan a las matemáticas, aunque son estas las que finalmente dictarán sentencia.
