La vida de Sergio Arjona cambio, como para muchas personas, durante el periodo de confinamiento. Encerrado en una casa compartida en Madrid, al que era consultor, le dio por “hacer una tarta de queso en casa”. Le salió tan buena que tanto los compañeros, como la familia y los amigos quisieron probar. Y así, poco a poco y casi sin buscarlo, se vio convertido en un emprendedor que a día de hoy dirige Luna & Wanda, negocio que en el pasado 2024 vendió más de 100.000 tartas de queso.
Lo dicho, Arjona comenzó en el pequeño hornillo del piso que compartía y “sorprendentemente” el sabor era “espectacular”. Primero en eventos y cumpleaños de su entorno comenzó a llevarlas. Conforme crecían los pedidos, abrió una cuenta en Instagram y le llegaron los encargos por WhatsApp, cobrando mediante Bizum. Él lo veía como una especie de “refugio para huir de la consultoría, que era lo que en el fondo no me gustaba. Encontré en la cocina ese espacio en el que ser creativo y disfrutaba más haciendo tartas que Excels o Power Points”.
El momento de Sergio Arjona de dar el paso
Al poco de dar el primer paso, tuvo que dar el definitivo. Lo que era un pequeño hobby se le fue de las manos: “Llegó un punto que hacía ya 100 tartas en mi casa y mis compañeros de piso me iban a echar”, comenta Arjona entre risas. Así que decidió abrir un pequeño obrador en un sótano, en el que contrató a su primer empleado. Ahí empezó la historia de Luna & Wanda.
Cinco años después de dar el paso, la firma es uno de los negocios referentes en el mundo de la repostería en Madrid, con tres locales repartidos por la capital y más de 100.000 tartas vendidas durante 2024. En este tiempo tampoco le han faltado los precios, como un tercer puesto a la Mejor Tarta de Queso de Madrid en 2022.
El culpable del éxito de Sergio Arjona
Para Arjona, su éxito se debe al boca a boca: “Estábamos convencidos de que nuestra tarta era la mejor y al final, cuando te crees algo, a veces pasan cosas”. El marketing también ha sido importante en todo este tiempo, reconoce: “Le metí mucha caña a las redes sociales, a la parte digital, y eso hizo que fuese un proyecto, digamos, diferente”.
La receta es secreta, pero Arjona ha logrado una tarta simple pero con complejidad, tostada por fuera y con corazón cremoso y una auténtica gallega María, la tradicional: “Yo siempre he dicho que no creo que exista la tarta de queso buena o la tarta de queso mala, sino que existe para más queseros y para menos queseros”. Para él, la suya es una tarta “para todos los públicos, porque no es ni muy quesera ni muy dulce”.
Un giro radical en su vida
La tarta de queso ha cambiado por completo la vida de Arjona y sin quererlo se ha convertido en el referente de postre para miles de personas. Su tarta, además de en cualquiera de sus tres locales de la capital madrileña, se puede degustar también en una cadena de ramen “que pone nuestra tarta de queso como el único postre que tienen, pero porque quieren adaptarse a lo que el cliente les pide”, asegura el que fuese consultor y ahora un auténtico emprendedor.
Ahora disfruta del éxito obtenido, de un cambio en su vida que no esperaba, pero tienen los pies en el suelo. No le tema ni al olvido ni a la saturación: “Es como si yo te dijese si va a desaparecer la tortilla de patata. Es algo que ha venido para quedarse porque no es novedad, siempre ha existido. Por eso nosotros nos centramos mucho en crear marca: los productos pueden ir y venir, pero la marcas permanecen”.
